El primer partido de fútbol que vi en un campo de primera división, lo presencié en Granada; en el viejo Los Cármenes de la carretera de Madrid, junto al Clínico y la cárcel; cerca de la Plaza de Toros y de la Facultad de Medicina. Era el que más cerca tenía pues vivía en un pueblo a cincuenta kilómetros de Granada; allí, adolescente, me llevaron mi padre y unos tíos, junto a mi hermano. Delantera de general; tercera fila; a cuatro metros de la banda. Un sueño. Fue en febrero de 1970; un Granada 0 (con Ñito, Barrios, Vicente, Porta, Machicha, Fernández, Lorenzo) Valencia 1 (con Abelardo, el ex bético Antón, Claramunt, Guillot, un jovencísimo y reciente triunfador como internacional ante Alemania Sol). Lorenzo le puso el ojo morado a Sol; el público granadino rugía; era agresivo y gritón.
Pues eso, fue nada comparado con el público que llenaba el viejo Los Cármenes, la última que estuve allí; noviembre de 1974; salí de un examen un sábado y cogí el tren Sevilla-Granda para ver al Real Madrid (con García Remón, Netzer, Pirri, Rubiñán, Camacho, Santillana) que viajaba a Granada por primera vez desde que Fernández había sido sancionado con un montón de partidos por destrozarle la pierna a Amancio. Detrás de la portería con mi primo; mi tío otra vez de anfitrión ¡Que broncas! No hay palabras para describir la actitud del público granadino. Terrible. Nunca he visto algo igual en un campo. Los pelos se me ponían de punta. No es metáfora; es la verdad; se me levantaban con los silbidos de los que tenía detrás, cada vez que el Madrid cogía el balón. Al final 3-3; uno de los mejores partidos que he visto en mi vida.
Pues ese público es el que me he reencontrado 37 años más tardes. Agresivo con el trío arbitral y con los jugadores del Betis; un público con animadversión a todo lo que tenga relación con Sevilla. Pero el viaje merecía la pena. Vuelta a Los Cármenes nuevos, con mi hijo y con mí tío; el que me invitó a los otros partidos. Marco precioso, estadio coqueto al que daban colorido ambas aficiones, que lo llenaban hasta la bandera.
El Betis hizo una primera parte aceptable; con dominio total pero sin rematar; arrinconó al Granada en su terreno. Murmullos, no exentos de admiración o de envidia, de los granadinos vecinos de localidad, con el juego verdiblanco. Al descanso, el Betis ganaba el partido a los puntos.
Pero en dos contragolpes en los inicios de la segunda parte el Granada dejó KO al Betis. Los blanquirrojos cogieron la espalda a la defensa bética y los mandaron a la lona. Los goles muy similares. Saque del portero en largo; balón a Dani Benitez en la banda junto a la línea de separación del campo; pasa a Geijo y gol. El tercero en fuera de juego. El Betis groggy y pidiendo la hora. ¡Qué larga se me ha hecho la última media hora!.
Lo mejor, la fiel hinchada bética, desplazada en masa, que tomó Granada y tiño de verde desde la Alambra hasta Sierra Nevada. Cuando su equipo perdía por tres goles y los granadinos oleaban a los suyo en toda la Vega solo se oía “Te quiero Betis …”.
La copa ha dejado resaca. Esperemos que pase pronto, porque nos encontramos en el momento más delicado desde que empezó la temporada. ¡Qué paradoja! que cuando ha llegado la paz, o al menos la tregua social, llegan también los problemas deportivos.
Libero.